Olivier Rebufa dio a conocer en 1989 una práctica visual híbrida, la cual paso a convertire en su firma artística: integrar su autorretrato fotográfico con el universo en miniatura, el cual es rodeado de muñecas, figuras, juguetes y modelos. Aparentemente simple, aunque técnicamente compleja de alcanzar, este espectáculo mezcla la realidad y el artificio lista de la primera sonrisa, impulsada por el artista.