martes, 29 de junio de 2010
Ray Harryhausen
Antes de que la animación se convirtiese en un juego de niños ricos gracias a las maquinitas, existía un genio llamado Ray Harryhausen que conseguía levantar admiración empleando con maestría la técnica del stop motion.
Con su enorme talento, influenciado por el maestro Willis O’Brien (responsable del stop motion de, entre otras, la obra maestra de 1933 “King Kong”) este grande del cine logró efectos especiales que todavía hoy en día consiguen levantar fascinación, convirtiendo sus mejores trabajos en auténticos títulos de culto del género fantástico.
Ray Harryhausen nació el 29 de junio de 1920 en la ciudad de Los Angeles, California (Estados Unidos). Amante del mundo de la ciencia-ficción y la fantasía desde niño, Ray formó parte de clubes de aficionados a estos géneros, intimando desde su adolescencia con el conocido escritor Ray Bradbury.
Fue el citado Willis O’Brien el que impulsó a Harryhausen a dedicarse al mundo de la animación de marionetas y maquetas mediante el stop motion, llegando a colaborar con su maestro en “El Gran Gorila” (1949), que dirigió Ernest B. Schoedsack y produjo Merian C. Cooper y nada menos que John Ford, quien también dirigió varias escenas.
Unos años antes Ray se había curtido en la animación dirigiendo cortos junto a George Pal, alcanzando un dominio del stop motion que le llevaría a sus máximos logros décadas más tarde.
Al margen de los efectos Harryhausen también realizó sus pinitos como director de fotografía, ejerciendo tal labor con el seudónimo de Jerome Wray en “La historia de Caperucita Roja” (1949), película que también produjo.
“El monstruo de tiempos remotos” (1953), monster movie basada en una historia de Bradbury, fue la primera ocasión en la que Harryhausen firmaba en solitario como autor de los efectos de animación.
Durante esta década Ray trabajaría en películas como “It came from beneath the sea” (1955), la primera vez de las muchas en las cuales formó equipo con el productor Charles H. Schneer, “La Tierra contra los platillos voladores” (1956), “20 millions miles to Earth” (1957) y “Simbad y la princesa” (1958), título, al igual que el anterior, dirigido por Nathan Juran.
En los años 60 Ray Harryhausen filmaría “Los viajes de Gulliver” (1960), adaptación de la sátira de Jonathan Swift, “La isla misteriosa” (1961), basada en la novela de Julio Verne, “Jason y los Argonautas” (1963), probablemente su mejor trabajo con Don Chaffey en la dirección, “La gran sorpresa” (1964), adaptando a H. G. Wells con dirección de nuevo de Juran, “Hace un millón de años” (1966), aventuras prehistóricas con Raquel Welch, y “El valle Gwangi” (1969), con dirección de Jim O’Connolly.
A partir del cambio de decenio los trabajos de Harryhausen, que se había casado en 1961 con Diana Livingstone, familiar del explorador David Livingstone, serían bastante esporádicos.
En los 70 colaboró en “Trog” (1970), un título menor realizado por Freddie Francis, y en dos películas sobre Simbad el Marino, “El viaje fantástico de Simbad” (1974) y “Simbad y el ojo del trigre” (1977), en las cuales también participó como guionista.
En los años 80 solamente trabajó en “Furia de Titanes” (1981), film sobre los mitos griegos que supondría su última ocupación como animador cinematográfico.
Curiosamente en la última etapa de su carrera profesional apareció más como actor en apariciones fugaces, interviniendo en películas poco trascendentes como “Espía como nosotros” (1985) o “Superdetective en Hollywood 2” (1991), ambas dirigidas por John Landis.