Conocida es la frase que plantea que al menos una vez en la vida hay que curarse hasta la medula en el puerto de Valparaíso, yo planteo algo más sano e igual de recreativo, que tal si al menos una vez en la vida nos damos el tiempo y nos esforzamos por recorrer de un extremo a otro, la ciudad de Concepción. Si optamos por esta idea más bien segundona dentro de la importancia que poseen otras ciudades a nivel nacional tales como Santiago y Valparaíso, nos percataremos de características inherentes de cada lugar, personas, grafismos, colores, olores, ruidos, etc. Por ende al emprender esta empresa debemos tener en cuenta que para dosificar las imágenes de manera rápida y expedita, podemos plantearnos temáticas iniciales, con esto hago referencia a realizar una búsqueda y observación del espacio desde una mirada por ejemplo arquitectónico o bien sociológico, tomando el caso a tratar como una labor desde el punto de vista artístico, en pocas palabras recorrer la urbe en búsqueda de elementos que hagan directa referencia a las artes en su más amplia gama o bien otros que se relacionen en justa medida a estas. Ahora bien como prueba de lo anterior, el realizar esta operación rastrillo nos da como resultados el toparnos con una variedad de grafismos propios de técnicas de arte callejero (grafitis, tags, stencil), a su vez personajes que forman parte de la diversa flora y fauna callejera artísticamente penquistas, todo esto sumado a una escaza cantidad de murales callejeros. Es así como surge y queda inmediatamente seleccionado este felino de amarillento y simples pero expresivos ojos, del cual no se registra nombre ni autor, tan solo silencioso se manifiesta en escazas murallas del Gran Concepción.
Gatos en la ciudad en ocasiones se unen a lo común, palomas serian la mayoría dentro de las faunas urbanas, acompañadas de perros, pero los gatos son escasos al igual que este enorme fragmento de gato, pintura sobre muro seria la técnica de la obra, muros de propiedades variopintas, desde pubs pasando por casas abandonadas hasta residencias. El encontrarme a este simple y colorido gato me hace recordar el trabajo del director Chris Marker, directa relación existe con su obra Chats Perchés (2004) el cual vuelve a repetir una de sus operaciones más comunes de trabajo. Utilizar su vida como una llegada a la obra artística y ésta como una excusa para hablar de sí mismo. En este caso nos sumerge en las calles de París. El motivo, un gato sonriente, pintado en murallas de París, que se repite con mucha frecuencia en inmensidades de partes muy diferentes entre sí. Pero en todas las dimensiones de la ciudad, ocurren otros sucesos importantes, o menos importantes, a los cuales Chris Marker graba y luego incluye en el documental. Manifestaciones, partidos de fútbol, mujeres, el metro, más manifestaciones, más gatos y aún más manifestaciones.
Ahora bien creo que esta relación hizo que me detuviera y la analizara ya no desde una mirada totalmente virgen, sino más bien sucia (positivamente), tal vez eso fue lo que hizo que yo me contuviera frente a esta imagen, a relacionar y a la vez situar este elemento dentro de las artes, elemento que puede prestarse para entendidos y malentendidos, dependiendo de la obviedad y la disyuntivas existentes en torno a este personaje. Disyuntivas propias, ¿será un personaje más del montón?, ¿será una cita del trabajo de Chris Marker?, y si es así ¿tendrá un fundamento no tan solo visual sino también social frente a alguna temática establecida por su autor?. Quizás es este personaje el que escapa de la mirada establecida que se tiene del street art, presentando un cambio en este paradigma, transformando al gato amarillo en el observador, el que nos mira pasivamente desde su muro, casi invisible bajo los ojos del transeúnte apurado.
La presencia de arte callejero nos habla de la variedad de expresiones, intención y manos existentes dentro de las ciudades. La pequeñez de Concepción, juega a favor y a la vez en contra, fácil es el recorrido por la ciudad una galería asequible a todos, algunas personas que ven y otras que observan, ahora el contra es que pocos son los individuos y colectivos que realizan estas actividades, lo cual desde un punto facilita el reconocimiento de sus obras, identificar de una manera casi fugaz la mano de cierto artista, pero el problema es la falta de renovación de temáticas y materiales. La monotonía se come al arte callejero, graffitis, que son una especie de pseudo jeroglifos que rara vez son entendidos a cabalidad fuera de su visualidad, murales con características propias del street art, personajes en su gran mayoría repetidos, murales efímeros no valorados. ¿Necesitara el arte callejero penquista una ventilada? O bien ¿salir un poco de lo visual para entrar en el ámbito de la fundamentación?.
Es probable que el gato se haya percatado de esta problemática, aunque también existe la posibilidad de que el gato solo quiera lucirse, pero de una u otra forma el tan solo formular la cuestionada pregunta de ¿Qué quiere decir? plantea una intención o al menos el espectador comprende que existe una intención por parte del autor, dicen que las paredes hablan y tienen ojos, pero ¿tendrán boca o inclusive cerebro?
Frontis pub "La Casa"
Orompello entre Avenida O'higgins y Diagonal Pedro Aguirre Cerda