En la actualidad los medios poseen un rol preponderante dentro de la conformación de una nación y es así como estos hacen del mundo contemporáneo el escenario perfecto para transformar ideologías en dogmas, pensamientos en religiones y soliloquios en manifiestos políticos. Es así como la televisión, los diarios y la misma cultura son las armas que se utilizan para manejar al ser autodenominado “civilizado”. De la misma manera el entorno se presenta importantemente como un medio de expresión, por el cual todo fluye, se relaciona y desarrolla día a día (trabajos, estudios, viajes, etc.).
De acuerdo a las creencias romanas de antaño, cada lugar y persona posee un Genius loci, entendido como un espíritu protector. Cada ser, como persona, y cada lugar tiene su propio Genius, su espíritu guardián, el que a su vez determina el carácter o esencia propia. El Genius denota lo que una cosa “es o lo que quiere ser”. Es suficiente expresar que el hombre antiguo experimentó su medio como algo consistente en caracteres definidos. En particular, el reconocer que es de una gran importancia existencial llegar a tener buenos términos con el Genius de la localidad en donde su vida tiene lugar. En el pasado, la sobrevivencia dependía de una buena relación con el lugar, tanto en forma física como psicológica, claros ejemplos son el caso de los habitantes del antiguo Egipto o de los asentamientos españoles en América, ambos se establecieron preferencialmente cerca de fuentes de agua, la que les favorecía para su subsistencia y desarrollo. Para el hombre urbano moderno la familiaridad con el medio natural se reduce a relaciones fragmentarías que lo llevan a tener más una identificación y relación con las cosas artificiales hechas por el hombre, como son las edificaciones y las calles. Exista o no el Genius loci, cada persona y cada lugar, tanto público como privado posee una carga de influencias y características propias que los diferencian de otros. Es así como la gran mayoría de los individuos se constituyen y otros se construyen, a través de influencias y preferencias, algunos presentan una religión, otros una ideología política, y así una variedad inimaginable de intereses personales.
Si nos centramos principalmente y considerando al Mall Plaza Trébol, como el único espacio de este tipo y a grande escala dentro del Gran Concepción, como un lugar de totalmente “social”, no se puede negar la preferencia por ciertos individuos hacia este espacio, un lugar presenta una carga de influencias totalmente internacional.
Hay que considerar que el concepto de mall o centro comercial, se arraigo en el país en la década de los 80, considerando a la vez que en todo Chile surgen los centros comerciales y edificios caracoles, edificios de forma helicoidales que conformaban un conjunto de tiendas pero a un nivel más criollo.
El Mall chorero (legalmente ubicado en la comuna de Talcahuano) nos presenta un Genius loci propio (nacionalmente hablando) de los espacios de este tipo, una apariencia quimérica, tan falsa como las palmeras en sus pasillos interiores. Acompañada de este falaz montaje surgen variedades finitas de tiendas, cada una con un nivel innato y diferente de consumismo, dirigido a individuos totalmente heterogéneos, una variedad tanto socio económica como ideológica política, todo esto acompañado por motivos y preferencias propias de las personas que visitan estos espacios. Más allá de generar una crítica hacia el espacio en su totalidad, se pretende realizar una especie de crítica hacia un elemento que considero aún más interesante, ver arte en un lugar como éste considero que es un hecho que al menos a nosotros nos debería hacer detener y al menos cranearnos un momento.
Al igual que los individuos, tanto los museos como las galerías de arte también presentan sus preferencias y características. Existen unas especializadas en la comercialización de arte, otros solamente son espacios para la exposición, y algunas presentan puntos rescatables de diferentes espectros (educación, exposición, comercialización, etc.), pensados para todo público, tanto para el visitante fortuito como para el más experimentado en la Cultura y las Artes.
Dentro de la reducida variedad de espacios culturales existentes en el “Gran Concepción”, se halla una particular salita, que tiene por oficio el enriquecimiento cultural, a ésta la encontramos en el interior del Mall Plaza del Trébol, y a simple vista no hay mayor diferencia con el resto de las salas dedicadas a la cultura. Por el nombre en su frontis se sabe que es una filial en Concepción del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), lo particular de ésta es su ubicación, en el interior de un centro comercial, vecina de una farmacia y un restaurant, y con un constante flujo de personas durante el día, de esta forma se hace partícipe de un entorno particular y con evidentes características del consumo y de marketing. Ahora la cuestión es ¿porque el MNBA se interesó en abrir una sucursal en esta ciudad y aun más sugerente porque dentro de un centro comercial?, es comprensible que sea un método diferente para generar una descentralización cultural efectiva, alejada de la capital, pero no será más bien el interés del espacio que de una u otra manera por medio de estrategias de mercadeo le facilita el atraer a nuevos visitantes. “Museo sin Muros” “es una iniciativa del MNBA que tiene la finalidad de extender los espacios del museo a lugares distantes del centro de Santiago y del país, por medio de exposiciones temporales de las colecciones patrimoniales del museo y de dar a conocer expresiones artísticas representativas de nuevas tendencias, en centros comerciales de gran afluencia de público”. El MNBA firma un convenio con Mall Plaza para emplazar y armar galerías artísticas dentro de sus dependencias (Plaza Trébol, Plaza Vespucio y Plaza Norte), entendiendo que su función primaria consiste en descentralizar la cultura, llevando así exposiciones itinerantes a grandes masas de personas, pero si lo vemos de una manera crítica, de partida la única sala alejada de la capital es la que se encuentra en el Mall Plaza Trébol, punto que ya juega en su contra, ¿será el interés del MNBA de usar a su favor, principalmente a la multitud variopinta que concurre a estos lugares? hay que aceptar que en cierta medida captura a estos individuos que visitan el Mall con otras intenciones, de esta forma el escaso y escurridizo público que no es cautivado normalmente por los museos, en este caso afloran, pero en cierta medida se olvidan en parte del público que si frecuenta este tipo de espacios culturales, individuos que de alguna u otra manera esquivan al Mall como centro social. El Genius Loci del lugar se hace presente, el hecho de que la galería se encuentre rodeada por tiendas comerciales, genera que ésta adopte características propias del entorno, la competencia de mercado, iniciales en su frontis, grandes vitrinas, y un estilo de diseño exterior común para las tres salas presentes en los Mall Plaza. Es en este momento cuando surge la cuestionable pregunta, ¿será la ubicación de esta sala acorde a su función primaria?, es comprensible que la cultural y el arte quiera y deba llegar a todas las personas, ¿pero la ubicación de ésta será un medio que presiona a los transeúntes para que visiten las exposiciones itinerantes que ahí se exponen? y ¿a la vez no se estará transformando en una nuevo local comercial, licitado, publicitado y finalmente uniéndose al mercado como una marca? Se entiende que la sala se ubique estratégicamente en un lugar de tránsito, con la intención de llegar a grandes masas de gente, pero quien asegura que dichos individuos acepten ese espacio, realmente interesados por lo cultural, que visiten el mall exclusivamente con la intención de culturizarse ¿Qué sabemos de la gente que pasa sin entrar jamás a la galería, y no tan solo a esta si no al resto de los museos existentes?. Bien es sabido que la gente frecuenta estos lugares por tres razones, pagar deudas, comprar o adquirir nuevas deudas y desarrollar el conocido ocio actual: consumismo de bienes tangibles (objetos, alimentación) e intangibles (diversión). Es así como la galería del MNBA con su disimulado comportamiento nos deja de manifiesto que adquiere características similares a la de los locales colindantes, con la verdadera finalidad de anunciar su existencia y salvar así su pronta extinción.
“El arte no puede ser comprendido por todo el mundo puesto que para él hay dos tipos de personas: los que poseen un órgano de comprensión negado o vulgares y los que pueden captar la verdadera esencia del arte, es decir, el arte va dirigido a una minoría especialmente dotada, lo que provoca el descontento en la masa que al no comprenderlo no lo acepta”. Es común escuchar a personas hablar sobre las preferencias y diferencias sociales que manifiesta la cultura, pero para ello utilizan frecuentemente excusas y dichos que no poseen ningún argumento válido, los que simplemente ayudan a escapar de cuestionamientos un poco más complejos, es innegable que aun en la actualidad exista esa especie de apartheid cultural (clases altas, medias y bajas), pero las razones expuestas por el público en ocasiones suelen ser afirmaciones no fundadas. En este caso el común y corriente de las personas, la familia que va a pagar las cuentas, los jóvenes que van a comprar ropa, la pareja que va al cine, solo se limitan a observar y no cumplen un rol investigativo, aceptan completamente lo que se les presenta ante los ojos, dejándose llevar solamente por el gusto, entran a la sala aparentando intelectualidad de la misma forma en la que un pecador busca perdón en una iglesia, simplemente se dignan a pasar porque se ven obligados por el medio, por el que dirán, tratando de aparentar algo que no son, claro esto es una generalización pero los entes consientes de lo que observan, que son capaces de desarrollar una crítica fundada respecto de alguna exposición u obra presente son la minoría dentro de un mar de individuos que viven de superficialidades.
“Nuestra educación estética va cambiando o evolucionando a partir de los conocimientos, las inquietudes y la experiencia vital que adquirimos con el tiempo, a pesar de la tendencia innata de cada individuo para preferir unas cosas por encima de otras.” El hombre es un animal de costumbre, situar una galería de arte en un espacio de constante flujo de personas, y transformar a éste involuntariamente en un local más del centro comercial, genera en los visitantes una presión. Al visitar la galería del MNBA se crea una aparente experiencia, en este caso forzada, el enfrentar a estos individuos a un ignorado mundo, a nuevas ideas y visualidades, transforma a éstos de una manera tal que logra captar a nuevos seguidores, que sin ninguna duda visitaran la filial en Talcahuano del MNBA cada vez que entren al mall, una especie de reflejo condicionado. El inconveniente surge cuando dichos entes visitan pero no logran comprender lo que ahí se presenta y en algunas ocasiones a pesar de ser comprendido no se realiza el ejercicio crítico que cada obra se merece.
Ahora bien el problema no radica en el lugar, ¿pero qué hubiese sucedido si la sala del MNBA se estableciera dentro de las dependencias del Mercado o bien de la extinta Vega Monumental? o ¿por qué no dentro de una población?. Efectivamente se habría logrado el mismo objetivo, llegar a individuos que no acostumbran o en casos más comunes que jamás han visitado un museo o una galería de arte. Es meritorio rescatar el caso del centro cultural Balmaceda arte joven (sede Bío Bío), ubicado en el sector Tucapel Bajo, que en sus inicios surge como parcelas privadas, posteriormente como campamentos y al pasar los años se constituye legalmente como una población; caracterizada por ser un sector peligroso con abundantes robos y familias ligadas al narcotráfico. De alguna u otra manera el funcionamiento de este centro cultural por medio de talleres, exposiciones, conciertos, etc. compite directamente con ese estigma que carga la población. Teniendo como fondo motivador el trabajar principalmente con la comunidad, lo cual no asegura que la presencia de cultura en el sector cambie de la noche a la mañana a los pobladores, sin embargo es una acción apreciable y que nos indica que si es posible trabajar en sectores no acostumbrados a la cultura y más bien vulnerables socialmente, ligando el trabajo artístico de algunos con la vida cotidiana de otros. “Es necesario tener en cuenta que las salas y objetos artísticos no son más que un recipiente cuyo contenido son los visitantes: es este contenido lo que diferencia a un museo de una colección privada.” Si el contenido primordial de un espacio cultural es el público, no nos queda más que dudar de la real intención del proyecto “Museos sin muros”, y del rol social que tiene el MNBA. ¿Cultura para todos o solamente para los visitantes del mall?.
“La gente que no tiene un sitio decente donde vivir o que carece de formación laboral no pueden interesarse por la polución atmosférica, la civilización grecorromana y ni siquiera por el arte africano. Deben centrarse en la batalla de la supervivencia, del alojamiento, el vestido y educación de los suyos. Hay que empezar en el punto mismo donde está la gente y en la situación en la que se encuentra.” , el espacio nos habla, de alguna manera es el entorno por medio de particulares que nos da pistas para comprender a la población, gustos, personalidades, religiones, tendencias políticas, niveles de educación, etc. y si lo vemos desde el punto de vista cultural nos daremos cuenta si estos aceptan, entienden o les interesara de alguna manera la cultura. Ahora bien si la ubicación es el punto central del asunto, un lugar mucho más popular que un centro comercial le quitaría la seriedad y prestancia que se merece un centro de cultura, si lo vemos a un nivel más detallado ¿tal vez la obra no se hubiera entendido en otro contexto? o ¿más bien será un temor infundado a los lugares y habitantes que no están acostumbrados a la cultura?. Siendo el MNBA una institución estatal surge la incertidumbre de porque “Museos sin muros” no fue desarrollado en espacios públicos. Entendiendo que estos espacios tienen un carácter social, cultural y político. Siendo un lugar de relación y de identificación, de manifestaciones políticas, de contacto entre personas, de vida urbana y de expresión comunitaria. El espacio público supone, pues, dominio público, diversidad de actividades y de uso social colectivo. Sin lugar a duda el prestigio otorgado por un espacio privado como lo es el centro comercial prima sobre el aporte cultural que el proyecto “Museos sin muros” debiera entregar a la comunidad, el establecerse en un lugar limpio, seguro y selectivo como lo es un mall, le da ciertas regalías a las salas del MNBA, regalías que dentro de un espacio abierto y publico es más difícil obtener, regalías tanto de seguridad, variados tipos de públicos, locomoción colectiva cercana y principalmente escusas para su visita.
“Denunciando al museo como una institución elitista y burguesa. Y en un esfuerzo propio de la época por democratizarlo y convertir a las clases populares en sus destinatarios.” Pero antes de, hay que erradicar esa mentalidad de que todo lo artístico cuesta y es elitista, en el fondo sea cual sea la estrategia cultural, debe tener como objetivo primordial el facilitar de alguna manera –sea libertad total, impuesta, participativa, etc.- que la sociedad pueda disfrutar y hacer uso de la cultura, trabajando como productores o bien como espectadores participativos. Para ello se deben encontrar los mecanismos que logren entregar todo tipo de cultura, para todos los niveles de la sociedad, hacer uso de los medios (periódicos, revistas, televisión, internet, calles, muros, etc.) afianzar alianzas, expandirse territorialmente (descentralizar la cultura y romper arquetipos), abrirse a nuevos ámbitos de la cultura y las artes, salir de lo cotidiano y lo ya establecido, cambiar la función para así no tener siempre el mismo espectador, no permitir que sigamos rodeado de ignorancias. El problema no radica en el lugar, todos queremos más cultura ya.