lunes, 21 de junio de 2010

Paper I / Arcade

Arcade es el término que reciben las máquinas de videojuegos disponibles en lugares públicos - privados especializados en diversión. Similares en su estructura a las máquinas tragamonedas de los casinos, pero con la gran diferencia de que los arcade presenta personajes y tramas, y aquí ni el azar ni la apuesta influyen en la jugabilidad de éste, tan solo basta la destreza del individuo para accionar estos artilugios.

El paseo y la búsqueda detallada por La Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo, para el conocedor, Concepción, para el nacional y Conce para el habitante cotidiano o visitante cariñoso, no son nada nuevo para mi alma patiperra, es claro siempre existirá una mirada totalmente diferente, dependiendo del contexto, ideología, conocimientos, etc. lo que sí es conocido es que jamás volverá a ser una mirada virgen, como la que se realizó en algún momento por primera vez frente a un lugar, más aun si surgen de manera espontánea nuevas imágenes o intervenciones, aunque sean mínimas y tardías. La búsqueda casi sicópata de este lugar casi impertérrito, que aun aguante esa aura que yo necesitaba, el no sé qué inmutable con los años, una contenedora de relaciones entre el espacio y el visitante; todo esto me llevo finalmente y tratando de convencerme de su seudo pureza a esta guarida que visitaba con frecuencia en mi adolescencia, los “Gioco” -del italiano juego- café y lugar de entretención juvenil enfocado principalmente a los juegos arcade o conocidos también como máquinas; ubicado en el interior de la galería Olivieri frente a la plaza de Independencia (Aníbal Pinto con O’Higgins). Los Gioco tuvieron su apogeo durante la década del 90, estudiantes y oficinistas eran sus eternos parroquianos, visitantes habituales que concurrían durante improvisadas horas pick (almuerzo y salidas de clases).

Brilla el neón y calmadamente se lee GIOCO, tubos fluorescentes que arman el logo que aún se conserva al igual que las máquinas de antaño, mecanos electrónicos (K’nex) se lucen en sus enormes vitrinas, en el interior aparece literalmente un cohete que emula ser un simulador espacial, el avión del barón rojo para los infantes que tan solo con una ficha los menea hipnóticamente de arriba hacia abajo unas 5 veces (sintiéndome privilegiado al tener la oportunidad de abordarlo), unas 30 máquinas que nos presentan 30 tramas diferente, ficciones que son solucionadas con espasmos voluntarios y conscientes casi performáticos de los escasos visitantes que ahora en el 2010 frecuentan este lugar. Ahora bien, si en el exterior nos topamos con conjuntos de otakus, chicos contrastados con una escaza pigmentación y adoradores del movimiento visual japonés, conoceremos a los nuevos parroquianos de los Gioco, omitiendo su vestir nos daremos cuenta de que estos se diferencian de los antiguos jugadores básicamente por el tipo de juegos que prefieren, tal vez el baile sintético es uno de sus fuertes. La adquisición mas nueva dentro de lo antiguo de este local, es el Dance Dance Revolution, juego de baile netamente físico y visualmente atractivo, lo divertido mas allá de tanto salto y cabriola es que lo vemos convivir con arcades, una especie de nieto con su abuelo, es ahora donde saltan nombres como Space Invaders, Galaga, Pacman y los sonoros y lumínicos Pinball’s.

Es aquí en donde me detengo y centro mi interés gráfico y visual. ¿Por qué el arcade?, ¿por qué este repentino interés en una simple máquina colorida, chillona y añeja?, se me presenta una ciudad tan ilustrativa como lo es Concepción, con sus calles disparejamente intervenidas, sus paredes silenciosamente informativas, todo esto y más acompañado de resonantes melodías cotidianas. ¿Pero qué hay en el pinball que lo hace característico de esta ciudad?, es probable que Star Trek y los Locos Addams en parte sean representativos de esta zona, series con un notable auge y reconocimiento durante sus inicios, pero que a medida que el tiempo transcurría su notoriedad decaía y fueron olvidadas o bien menospreciadas. Cito una frase rescatada en algún momento del cual no recuerdo ni la procedencia ni autor, “por Concepción no se pasa, a Concepción se viene”, esa es la verdad, debido a la posición geográficamente costera de la ciudad y la ubicación totalmente céntrica de la carretera (5 sur) que une al país, recorridos y viajes planificados a otras zonas no tienen la oportunidad de pasar por Concepción, es de esta manera como la ciudad queda en parte recluida y segregada del núcleo porteño metropolitano (Valpo-Stgo), perdiéndose privilegios que tan sólo pueden ser adquirido dentro de ese conglomerado, aún así esto favorece en parte, este seudo aislamiento que construye una identidad propia que se hace notoria de cierto modo, pero que muy difícil de encontrar es. Por otro lado más creo y otorgo personalmente colores a esta ciudad, grises, anaranjados, azulinos, morados, amarillentos con un toque de rojizos, son los que se manifiestan frente a mis ojos, tonalidades que se presentan totalmente en estas maquinarias conocidas como pinball. El funcionamiento de la maquinaria, gráficas retro, ruidos estrambóticos, acompañados de luminarias totalmente mecánicas, personajes para nada característicos de esta zona, un objeto con particularidades totalmente ajenas a la gráfica penquista pero mucho más relacionado intangiblemente con los habitantes y transeúntes, es así como más privilegio, la relación de este con su entorno, los dimes y diretes que ahí ocurren, las acciones y reacciones frente a, el conjunto de colores más bien underground presentes en esta guarida que con o sin personas funciona de todas maneras.