martes, 29 de junio de 2010

Ray Harryhausen



Antes de que la animación se convirtiese en un juego de niños ricos gracias a las maquinitas, existía un genio llamado Ray Harryhausen que conseguía levantar admiración empleando con maestría la técnica del stop motion.

Con su enorme talento, influenciado por el maestro Willis O’Brien (responsable del stop motion de, entre otras, la obra maestra de 1933 “King Kong”) este grande del cine logró efectos especiales que todavía hoy en día consiguen levantar fascinación, convirtiendo sus mejores trabajos en auténticos títulos de culto del género fantástico.

Ray Harryhausen nació el 29 de junio de 1920 en la ciudad de Los Angeles, California (Estados Unidos). Amante del mundo de la ciencia-ficción y la fantasía desde niño, Ray formó parte de clubes de aficionados a estos géneros, intimando desde su adolescencia con el conocido escritor Ray Bradbury.

Fue el citado Willis O’Brien el que impulsó a Harryhausen a dedicarse al mundo de la animación de marionetas y maquetas mediante el stop motion, llegando a colaborar con su maestro en “El Gran Gorila” (1949), que dirigió Ernest B. Schoedsack y produjo Merian C. Cooper y nada menos que John Ford, quien también dirigió varias escenas.
Unos años antes Ray se había curtido en la animación dirigiendo cortos junto a George Pal, alcanzando un dominio del stop motion que le llevaría a sus máximos logros décadas más tarde.

Al margen de los efectos Harryhausen también realizó sus pinitos como director de fotografía, ejerciendo tal labor con el seudónimo de Jerome Wray en “La historia de Caperucita Roja” (1949), película que también produjo.

“El monstruo de tiempos remotos” (1953), monster movie basada en una historia de Bradbury, fue la primera ocasión en la que Harryhausen firmaba en solitario como autor de los efectos de animación.

Durante esta década Ray trabajaría en películas como “It came from beneath the sea” (1955), la primera vez de las muchas en las cuales formó equipo con el productor Charles H. Schneer, “La Tierra contra los platillos voladores” (1956), “20 millions miles to Earth” (1957) y “Simbad y la princesa” (1958), título, al igual que el anterior, dirigido por Nathan Juran.

En los años 60 Ray Harryhausen filmaría “Los viajes de Gulliver” (1960), adaptación de la sátira de Jonathan Swift, “La isla misteriosa” (1961), basada en la novela de Julio Verne, “Jason y los Argonautas” (1963), probablemente su mejor trabajo con Don Chaffey en la dirección, “La gran sorpresa” (1964), adaptando a H. G. Wells con dirección de nuevo de Juran, “Hace un millón de años” (1966), aventuras prehistóricas con Raquel Welch, y “El valle Gwangi” (1969), con dirección de Jim O’Connolly.

A partir del cambio de decenio los trabajos de Harryhausen, que se había casado en 1961 con Diana Livingstone, familiar del explorador David Livingstone, serían bastante esporádicos.

En los 70 colaboró en “Trog” (1970), un título menor realizado por Freddie Francis, y en dos películas sobre Simbad el Marino, “El viaje fantástico de Simbad” (1974) y “Simbad y el ojo del trigre” (1977), en las cuales también participó como guionista.
En los años 80 solamente trabajó en “Furia de Titanes” (1981), film sobre los mitos griegos que supondría su última ocupación como animador cinematográfico.
Curiosamente en la última etapa de su carrera profesional apareció más como actor en apariciones fugaces, interviniendo en películas poco trascendentes como “Espía como nosotros” (1985) o “Superdetective en Hollywood 2” (1991), ambas dirigidas por John Landis.

Claudio Romo






lunes, 28 de junio de 2010

Paper VI / El problema no radíca en el lugar

En la actualidad los medios poseen un rol preponderante dentro de la conformación de una nación y es así como estos hacen del mundo contemporáneo el escenario perfecto para transformar ideologías en dogmas, pensamientos en religiones y soliloquios en manifiestos políticos. Es así como la televisión, los diarios y la misma cultura son las armas que se utilizan para manejar al ser autodenominado “civilizado”. De la misma manera el entorno se presenta importantemente como un medio de expresión, por el cual todo fluye, se relaciona y desarrolla día a día (trabajos, estudios, viajes, etc.).
De acuerdo a las creencias romanas de antaño, cada lugar y persona posee un Genius loci, entendido como un espíritu protector. Cada ser, como persona, y cada lugar tiene su propio Genius, su espíritu guardián, el que a su vez determina el carácter o esencia propia. El Genius denota lo que una cosa “es o lo que quiere ser”. Es suficiente expresar que el hombre antiguo experimentó su medio como algo consistente en caracteres definidos. En particular, el reconocer que es de una gran importancia existencial llegar a tener buenos términos con el Genius de la localidad en donde su vida tiene lugar. En el pasado, la sobrevivencia dependía de una buena relación con el lugar, tanto en forma física como psicológica, claros ejemplos son el caso de los habitantes del antiguo Egipto o de los asentamientos españoles en América, ambos se establecieron preferencialmente cerca de fuentes de agua, la que les favorecía para su subsistencia y desarrollo. Para el hombre urbano moderno la familiaridad con el medio natural se reduce a relaciones fragmentarías que lo llevan a tener más una identificación y relación con las cosas artificiales hechas por el hombre, como son las edificaciones y las calles. Exista o no el Genius loci, cada persona y cada lugar, tanto público como privado posee una carga de influencias y características propias que los diferencian de otros. Es así como la gran mayoría de los individuos se constituyen y otros se construyen, a través de influencias y preferencias, algunos presentan una religión, otros una ideología política, y así una variedad inimaginable de intereses personales.
Si nos centramos principalmente y considerando al Mall Plaza Trébol, como el único espacio de este tipo y a grande escala dentro del Gran Concepción, como un lugar de totalmente “social”, no se puede negar la preferencia por ciertos individuos hacia este espacio, un lugar presenta una carga de influencias totalmente internacional.
Hay que considerar que el concepto de mall o centro comercial, se arraigo en el país en la década de los 80, considerando a la vez que en todo Chile surgen los centros comerciales y edificios caracoles, edificios de forma helicoidales que conformaban un conjunto de tiendas pero a un nivel más criollo.
El Mall chorero (legalmente ubicado en la comuna de Talcahuano) nos presenta un Genius loci propio (nacionalmente hablando) de los espacios de este tipo, una apariencia quimérica, tan falsa como las palmeras en sus pasillos interiores. Acompañada de este falaz montaje surgen variedades finitas de tiendas, cada una con un nivel innato y diferente de consumismo, dirigido a individuos totalmente heterogéneos, una variedad tanto socio económica como ideológica política, todo esto acompañado por motivos y preferencias propias de las personas que visitan estos espacios. Más allá de generar una crítica hacia el espacio en su totalidad, se pretende realizar una especie de crítica hacia un elemento que considero aún más interesante, ver arte en un lugar como éste considero que es un hecho que al menos a nosotros nos debería hacer detener y al menos cranearnos un momento.
Al igual que los individuos, tanto los museos como las galerías de arte también presentan sus preferencias y características. Existen unas especializadas en la comercialización de arte, otros solamente son espacios para la exposición, y algunas presentan puntos rescatables de diferentes espectros (educación, exposición, comercialización, etc.), pensados para todo público, tanto para el visitante fortuito como para el más experimentado en la Cultura y las Artes.
Dentro de la reducida variedad de espacios culturales existentes en el “Gran Concepción”, se halla una particular salita, que tiene por oficio el enriquecimiento cultural, a ésta la encontramos en el interior del Mall Plaza del Trébol, y a simple vista no hay mayor diferencia con el resto de las salas dedicadas a la cultura. Por el nombre en su frontis se sabe que es una filial en Concepción del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), lo particular de ésta es su ubicación, en el interior de un centro comercial, vecina de una farmacia y un restaurant, y con un constante flujo de personas durante el día, de esta forma se hace partícipe de un entorno particular y con evidentes características del consumo y de marketing. Ahora la cuestión es ¿porque el MNBA se interesó en abrir una sucursal en esta ciudad y aun más sugerente porque dentro de un centro comercial?, es comprensible que sea un método diferente para generar una descentralización cultural efectiva, alejada de la capital, pero no será más bien el interés del espacio que de una u otra manera por medio de estrategias de mercadeo le facilita el atraer a nuevos visitantes. “Museo sin Muros” “es una iniciativa del MNBA que tiene la finalidad de extender los espacios del museo a lugares distantes del centro de Santiago y del país, por medio de exposiciones temporales de las colecciones patrimoniales del museo y de dar a conocer expresiones artísticas representativas de nuevas tendencias, en centros comerciales de gran afluencia de público”. El MNBA firma un convenio con Mall Plaza para emplazar y armar galerías artísticas dentro de sus dependencias (Plaza Trébol, Plaza Vespucio y Plaza Norte), entendiendo que su función primaria consiste en descentralizar la cultura, llevando así exposiciones itinerantes a grandes masas de personas, pero si lo vemos de una manera crítica, de partida la única sala alejada de la capital es la que se encuentra en el Mall Plaza Trébol, punto que ya juega en su contra, ¿será el interés del MNBA de usar a su favor, principalmente a la multitud variopinta que concurre a estos lugares? hay que aceptar que en cierta medida captura a estos individuos que visitan el Mall con otras intenciones, de esta forma el escaso y escurridizo público que no es cautivado normalmente por los museos, en este caso afloran, pero en cierta medida se olvidan en parte del público que si frecuenta este tipo de espacios culturales, individuos que de alguna u otra manera esquivan al Mall como centro social. El Genius Loci del lugar se hace presente, el hecho de que la galería se encuentre rodeada por tiendas comerciales, genera que ésta adopte características propias del entorno, la competencia de mercado, iniciales en su frontis, grandes vitrinas, y un estilo de diseño exterior común para las tres salas presentes en los Mall Plaza. Es en este momento cuando surge la cuestionable pregunta, ¿será la ubicación de esta sala acorde a su función primaria?, es comprensible que la cultural y el arte quiera y deba llegar a todas las personas, ¿pero la ubicación de ésta será un medio que presiona a los transeúntes para que visiten las exposiciones itinerantes que ahí se exponen? y ¿a la vez no se estará transformando en una nuevo local comercial, licitado, publicitado y finalmente uniéndose al mercado como una marca? Se entiende que la sala se ubique estratégicamente en un lugar de tránsito, con la intención de llegar a grandes masas de gente, pero quien asegura que dichos individuos acepten ese espacio, realmente interesados por lo cultural, que visiten el mall exclusivamente con la intención de culturizarse ¿Qué sabemos de la gente que pasa sin entrar jamás a la galería, y no tan solo a esta si no al resto de los museos existentes?. Bien es sabido que la gente frecuenta estos lugares por tres razones, pagar deudas, comprar o adquirir nuevas deudas y desarrollar el conocido ocio actual: consumismo de bienes tangibles (objetos, alimentación) e intangibles (diversión). Es así como la galería del MNBA con su disimulado comportamiento nos deja de manifiesto que adquiere características similares a la de los locales colindantes, con la verdadera finalidad de anunciar su existencia y salvar así su pronta extinción.
“El arte no puede ser comprendido por todo el mundo puesto que para él hay dos tipos de personas: los que poseen un órgano de comprensión negado o vulgares y los que pueden captar la verdadera esencia del arte, es decir, el arte va dirigido a una minoría especialmente dotada, lo que provoca el descontento en la masa que al no comprenderlo no lo acepta”. Es común escuchar a personas hablar sobre las preferencias y diferencias sociales que manifiesta la cultura, pero para ello utilizan frecuentemente excusas y dichos que no poseen ningún argumento válido, los que simplemente ayudan a escapar de cuestionamientos un poco más complejos, es innegable que aun en la actualidad exista esa especie de apartheid cultural (clases altas, medias y bajas), pero las razones expuestas por el público en ocasiones suelen ser afirmaciones no fundadas. En este caso el común y corriente de las personas, la familia que va a pagar las cuentas, los jóvenes que van a comprar ropa, la pareja que va al cine, solo se limitan a observar y no cumplen un rol investigativo, aceptan completamente lo que se les presenta ante los ojos, dejándose llevar solamente por el gusto, entran a la sala aparentando intelectualidad de la misma forma en la que un pecador busca perdón en una iglesia, simplemente se dignan a pasar porque se ven obligados por el medio, por el que dirán, tratando de aparentar algo que no son, claro esto es una generalización pero los entes consientes de lo que observan, que son capaces de desarrollar una crítica fundada respecto de alguna exposición u obra presente son la minoría dentro de un mar de individuos que viven de superficialidades.
“Nuestra educación estética va cambiando o evolucionando a partir de los conocimientos, las inquietudes y la experiencia vital que adquirimos con el tiempo, a pesar de la tendencia innata de cada individuo para preferir unas cosas por encima de otras.” El hombre es un animal de costumbre, situar una galería de arte en un espacio de constante flujo de personas, y transformar a éste involuntariamente en un local más del centro comercial, genera en los visitantes una presión. Al visitar la galería del MNBA se crea una aparente experiencia, en este caso forzada, el enfrentar a estos individuos a un ignorado mundo, a nuevas ideas y visualidades, transforma a éstos de una manera tal que logra captar a nuevos seguidores, que sin ninguna duda visitaran la filial en Talcahuano del MNBA cada vez que entren al mall, una especie de reflejo condicionado. El inconveniente surge cuando dichos entes visitan pero no logran comprender lo que ahí se presenta y en algunas ocasiones a pesar de ser comprendido no se realiza el ejercicio crítico que cada obra se merece.
Ahora bien el problema no radica en el lugar, ¿pero qué hubiese sucedido si la sala del MNBA se estableciera dentro de las dependencias del Mercado o bien de la extinta Vega Monumental? o ¿por qué no dentro de una población?. Efectivamente se habría logrado el mismo objetivo, llegar a individuos que no acostumbran o en casos más comunes que jamás han visitado un museo o una galería de arte. Es meritorio rescatar el caso del centro cultural Balmaceda arte joven (sede Bío Bío), ubicado en el sector Tucapel Bajo, que en sus inicios surge como parcelas privadas, posteriormente como campamentos y al pasar los años se constituye legalmente como una población; caracterizada por ser un sector peligroso con abundantes robos y familias ligadas al narcotráfico. De alguna u otra manera el funcionamiento de este centro cultural por medio de talleres, exposiciones, conciertos, etc. compite directamente con ese estigma que carga la población. Teniendo como fondo motivador el trabajar principalmente con la comunidad, lo cual no asegura que la presencia de cultura en el sector cambie de la noche a la mañana a los pobladores, sin embargo es una acción apreciable y que nos indica que si es posible trabajar en sectores no acostumbrados a la cultura y más bien vulnerables socialmente, ligando el trabajo artístico de algunos con la vida cotidiana de otros. “Es necesario tener en cuenta que las salas y objetos artísticos no son más que un recipiente cuyo contenido son los visitantes: es este contenido lo que diferencia a un museo de una colección privada.” Si el contenido primordial de un espacio cultural es el público, no nos queda más que dudar de la real intención del proyecto “Museos sin muros”, y del rol social que tiene el MNBA. ¿Cultura para todos o solamente para los visitantes del mall?.
“La gente que no tiene un sitio decente donde vivir o que carece de formación laboral no pueden interesarse por la polución atmosférica, la civilización grecorromana y ni siquiera por el arte africano. Deben centrarse en la batalla de la supervivencia, del alojamiento, el vestido y educación de los suyos. Hay que empezar en el punto mismo donde está la gente y en la situación en la que se encuentra.” , el espacio nos habla, de alguna manera es el entorno por medio de particulares que nos da pistas para comprender a la población, gustos, personalidades, religiones, tendencias políticas, niveles de educación, etc. y si lo vemos desde el punto de vista cultural nos daremos cuenta si estos aceptan, entienden o les interesara de alguna manera la cultura. Ahora bien si la ubicación es el punto central del asunto, un lugar mucho más popular que un centro comercial le quitaría la seriedad y prestancia que se merece un centro de cultura, si lo vemos a un nivel más detallado ¿tal vez la obra no se hubiera entendido en otro contexto? o ¿más bien será un temor infundado a los lugares y habitantes que no están acostumbrados a la cultura?. Siendo el MNBA una institución estatal surge la incertidumbre de porque “Museos sin muros” no fue desarrollado en espacios públicos. Entendiendo que estos espacios tienen un carácter social, cultural y político. Siendo un lugar de relación y de identificación, de manifestaciones políticas, de contacto entre personas, de vida urbana y de expresión comunitaria. El espacio público supone, pues, dominio público, diversidad de actividades y de uso social colectivo. Sin lugar a duda el prestigio otorgado por un espacio privado como lo es el centro comercial prima sobre el aporte cultural que el proyecto “Museos sin muros” debiera entregar a la comunidad, el establecerse en un lugar limpio, seguro y selectivo como lo es un mall, le da ciertas regalías a las salas del MNBA, regalías que dentro de un espacio abierto y publico es más difícil obtener, regalías tanto de seguridad, variados tipos de públicos, locomoción colectiva cercana y principalmente escusas para su visita.
“Denunciando al museo como una institución elitista y burguesa. Y en un esfuerzo propio de la época por democratizarlo y convertir a las clases populares en sus destinatarios.” Pero antes de, hay que erradicar esa mentalidad de que todo lo artístico cuesta y es elitista, en el fondo sea cual sea la estrategia cultural, debe tener como objetivo primordial el facilitar de alguna manera –sea libertad total, impuesta, participativa, etc.- que la sociedad pueda disfrutar y hacer uso de la cultura, trabajando como productores o bien como espectadores participativos. Para ello se deben encontrar los mecanismos que logren entregar todo tipo de cultura, para todos los niveles de la sociedad, hacer uso de los medios (periódicos, revistas, televisión, internet, calles, muros, etc.) afianzar alianzas, expandirse territorialmente (descentralizar la cultura y romper arquetipos), abrirse a nuevos ámbitos de la cultura y las artes, salir de lo cotidiano y lo ya establecido, cambiar la función para así no tener siempre el mismo espectador, no permitir que sigamos rodeado de ignorancias. El problema no radica en el lugar, todos queremos más cultura ya.

Paper V / Bipolaridad del espacio

Para iniciar este paper considero necesario generar una narración introductora de un carácter más bien histórico penquista, que explique de cierta manera el origen del Barrio Universitario, para posterior generar el análisis respecto a la problemática o cuestión.
A comienzos del Siglo XX, la actual octava región (Bío Bío), comprendía dentro de sus territorios a una serie de provincias, que iban desde el Maule hasta Valdivia. Concepción, era la capital de este fragmento del país, considerado en ese tiempo como la capital del sur. Localidades como Lota, Coronel, Talcahuano y Penco destacaban sobre otras por su cualidad netamente industrial y productiva, esta particularidad es la que llevo a Concepción a ser la segunda ciudad más importante y densamente poblada del país.
La manifestación de éste auge industrial y productivo, llevo a variados intelectuales y profesionales penquistas, a cuestionarse y plantear la idea de generar paralelamente a este boom, un auge cultural penquista y sureño, alejado de la gran capital. De esta manera comenzó a bosquejarse la idea de construir una casa de estudios con un énfasis descentralizador, que permitiera estudiar carreras profesionales fuera de Santiago, y transformar de cierta manera a Concepción en una completa capital sureña, que fuera en cierta medida la representante de la zona centro - sur.
En febrero de 1917, el diario El Sur, publica un artículo en el cual se escribe: (que la idea de una universidad no se había podido concretar aun por) “la falta de organización de todas las personas que así pensaban”. Después de conversaciones postergadas y fallidas con el presidente Juan Luis Sanfuentes, "El Comité se convenció de que el Gobierno no crearía quien sabe en cuánto tiempo la Universidad. No eran sólo penurias financieras que lo impedían, habían también de por medio rivalidades, temores políticos y sectarios y no faltaba tampoco la menguada entrega de alguna pequeñez humana", señalaba en 1929 Enrique Molina Garmendia en la celebración del décimo aniversario de la Universidad. Agregando, que por tal motivo "El Comité se cansó de esperar y en un gesto de audacia y de fe resolvió, sin más ni más, abrir la Universidad a principios de 1919". Claramente entre 1919 - 20 solo se comenzó la compra de terrenos y las construcciones de las primeras escuelas y facultades, por ende el inicio formal y oficial de actividades académicas se realizo en abril de 1924.
La Universidad de Concepción (UdeC) fue emplazada en uno de los tantos humedales de la ciudad, cobijada por cerros. Fue construida de manera muy similar a la Universidad de California en Berkeley, Enrique Molina Garmendia tuvo la idea de construir una ciudad universitaria, y lo logro.
Luego de introducir con una breve reseña del origen e ideas que llevaron a cabo la construcción de la Universidad debo complementarla con la formación de otro hito importante dentro del Barrio Universitario, y no hay mejor presentación que su propio nombre, de esta forma ahora le toca a la Plaza Perú.
La construcción de la plaza y los edificios colindantes, se llevaron a cabo en 1942, posterior al terremoto de Chillán (1939), y fueron obras financiadas por la Compañía Siderúrgica Huachipato, realizadas con la función de darle residencia a los enviados de otros países que trabajaban en la empresa acerera (gerentes e ingenieros). La plaza Perú forma un conjunto único dentro de la ciudad, una pequeña rotonda y una diagonal que conecta el barrio con el centro de la ciudad, la separación de la cuadricula damero (español) con la cita de un trazado concéntrico (francés). Desde la década del 50 hasta la del 70, Huachipato comenzó y terminó de desligarse de los edificios, quedando los departamentos en manos de sus habitantes. Desde 1942 al 2003 la plaza y sus edificaciones estuvieron intactas hasta que la municipalidad de Concepción se hizo cargo de las falencias y comenzó la reparación total del lugar.
En la actualidad la plaza Perú es un paseo diariamente recorrido por gran cantidad de personas, principalmente los estudiantes de la UdeC, es en este punto en donde comenzare mí problemática o cuestión, la cual titulare como “bipolaridad del espacio”. El tránsito es el principal factor en juego, un constante flujo que ha impulsado la aparición de locales comerciales, pubs y restaurantes, primer agente común entre todos estos, la cerveza y la comida temática (mexicana, griega, árabe, chatarra, etc.), dirigidas a un sector que no necesariamente pertenece al entorno universitario. Segundo agente en común, el precio, exagerado para el bolsillo hambriento y sediento del estudiantado mayoritariamente común, ahora la pregunta es ¿a donde acude este segmento rezagado?, se da la vuelta y caminando por Chacabuco llega a la San Diego, panadería y pastelería, que a un precio más razonable nos quita ese vacío estomacal. No quiero dirigir la problemática a divisiones socio económico dentro de la juventud penquista, pero si hacer énfasis de que el barrio universitario esta principalmente enfocado a personas que quieren gastar arto dineral he ahí el juego. Doy este ejemplo para ilustrar de manera banal la bipolaridad existente en el ambiente. Ahora bien si nos enfocamos en un polo mas agresor, durante un día de protestas la plaza Perú se calla por un lado y habla por el otro, no diré que siempre terminan en batallas campales, porque raras veces suceden, pero en este caso se ven dos posiciones enfrentadas la cuadricula estructurada de los carabineros versus el libre movimiento del estudiantado o funcionario público, el aparente orden establecido y aceptado se rompe frente a la masa desconforme y en ocasiones iracunda. Con estos dos ejemplos cotidianos planteo básicamente que la bipolaridad de la plaza Perú se transforma en un roce constante entre un fieltro y una trama, una convivencia que busca quedar bien con Dios y con el Diablo. La prostitución del espacio, la aceptación por parte de éste de todo tipo de tendencias e ideologías genera un contrato invisible con estos visitantes y habitantes, sacando provecho a cada uno de ellos de la misma forma que estos se ven retribuidos de cierta manera, un pseudo mutualismo.
El pasar de un sector netamente habitacional a un lugar casi turístico, se debe principalmente a la relación que tiene la plaza con la universidad, el efecto feedback realizado principalmente por los jóvenes. A veces hay arte, otras marchas, en ocasiones borracheras, pleitos y cuicos pululando, rotos sentados en las aceras, gente trabajando y otros esperando, basura y colores, música punk, rock y fugaces cumbias, marihuana y cigarros, rastas vendiendo panes hippies y chinos vendiendo arrollados primavera, mechoneos, fiesta de la alegría y convenciones de payasos, ferias sabatinas y domingueras.
Finalmente la bipolaridad del espacio, transforma al barrio universitario en un todo, un conjunto de cosas, de variantes y casualidades, un roce entre un fieltro y una trama que siempre está presente pero desaparece para el gusto de todos.

sábado, 26 de junio de 2010

La última cena


Estas casualidades de la vida

jueves, 24 de junio de 2010

Eboy

El colectivo Eboy, formado en 1998 por Steffen Sauerteig, Svend Smital y Kai Vermehr, con sede en Berlín, son los actuales líderes del estilo pixel art (sobre todo del tipo isométrico) de ilustración y grafísmo. Como su nombre indica, este arte se caracteriza por la elaboración de personajes y escenas mediante combinaciones de pixeles de diferentes colores (fue utilizado fundamentalmente en sus comienzos para el diseño de videojuegos), los tres noruegos de Eboy antes citados se han convertido en lo más vendido y aclamado de internet tanto en publicidad y marketing, como en diseños de temática libre. Además poseen un merchandising fortísimo, fundamentalmente de juguetes.

NUEVA YORK

LONDRES
BERLIN
COLONIA
TOKYO

Paper IV / Procesos

El término producción proviene del latín productio, y hace directa relato al acto de producir, al objeto o cuestión producida, a la manera de producción o a la totalidad de los productos ya sean naturales o de la industria. Según la teoría Marxista, la producción se dividía entre los medios para el trabajo y los sujetos del trabajo. En pocas palabras hace referencia a los artilugios ya sean mecanizados (industrias, herramientas, maquinarias) o naturales (trabajadores, materias primas, la tierra), es decir todo aquello que media entre el proceso de transformación de la materia y el trabajo humano.

Si lo analizamos desde una mirada más bien socio industrializada un proceso de producción es un sistema conformado por una serie de acciones, interrelacionadas de una manera más bien dinámica orientada a la transformación de ciertos elementos. De esta forma, lo que entra, sale como un producto nuevo con un valor totalmente diferente. Si lo simplificamos, el verbo producir, deriva en una relación con términos como, engendrar, criar, originar, procurar, ocasionar y fabricar. En todo acto que involucre la transformación de algún elemento ya sea tangible (objetos) o bien intangible (idea) existe al menos un proceso de producción.

Si exagero y nos remontamos tal vez algunos miles de años, y con esto me refiero a retroceder hasta que surge el primer homínido, el que por suerte, práctica o iluminación divina se dio cuenta de que en el suelo había nuevas cosas por explorar, que su cuerpo podía realizar nuevos movimientos, para después comenzar a hacer uso de su cerebro. La Guerre du feu (1981), dirigida por Jean-Jacques Annaud cuenta la historia de una familia de Neanderthales que dependen totalmente del fuego, para calentarse y defenderse de los animales. Saben cómo mantenerlo, pero no saben crearlo. Dentro de la trama, estos se enfrentan con una tribu Cro Magnon, un miembro del clan resbala y cae al agua apagando el fuego, de esta manera la tribu ve amenazada su existencia. Película totalmente amplificada y apresurada, pero sirve como ejemplo, de un proceso diferente de producción y a la vez evolución.

Esta más que claro que cada época vive acontecimientos únicos y a la vez endémicos dependiendo del lugar, de la misma manera los procesos productivos difieren entre sí, cargadas de características propias dependiendo de la región y el momento en que se vivía, no era lo mismo la construcción de una pirámide egipcia en Giza que la construcción de un plan de desarrollo sustentable para aguas de regadío en la comuna de San Javier. Toda época se ve influenciado por algún evento que los marca, ideologías, tendencias, guerras, vanguardias, modas, medios, etc. de la misma manera los tipos de producción ya sean bajo la mirada industrial, social, político o en este caso artística, marcan el desarrollo de alguna obra. Hipólito Taine planteo que la obra de arte era hija de su tiempo, lo más probable es que en algo tenía razón. Ahora bien si el medio de producción depende del periodo en el que se vive. ¿Pero en qué momento el proceso productivo se involucra con el individuo?, es más que obvio que el individuo es el gestor de la idea que con lleva a la producción de la obra, ahora bien existen variadas posturas, una de ellas es la idea de un artista genio, que gracias a una iluminación totalmente genial, le surgen ideas geniales, no necesita investigación ni programación, tan solo llega la idea y se produce. La siguiente opción de relaciones para con el individuo quizás es tan anticuada como la anterior, Johann Joachim Winckelmann en el Siglo XVII planteo que los artistas modernos alcanzan su grandeza gracias a la imitación de los artistas de la Antigüedad (Griegos). De no ser así caerían en errores innecesarios que los clásicos superaron, es decir según Winckelmann el arte giraba entorno, por gustos obviamente, de la belleza clásica, por ende el artista para ser alguien respetado debía caer en la imitación.

¿Pero en qué parte el sujeto juega un rol realmente participativo?, ¿en qué momento involucra sus ideas con sus obras? Según Walter Benjamín, en el autor como productor, plantea que el artista debe transformar las formas de producción en el sentido de una intelectualidad progresista, es decir que su obra debería estar en constante experimentación e investigación, en pos de uno o varios resultados. El hecho de realizar un trabajo artístico con una fuerte carga de investigación presenta una serie de pros y contras, por un lado es posible sustentar la obra en base a juicios, planteamientos y problemáticas que afloran durante el periodo investigativo. Ahora el trabajo práctico y con este me refiero a la producción netamente manual, se ve en una fuerte competencia con el trasfondo teórico, de esta manera para la realización sustentable ambas partes, la teórica y la práctica, deben funcionar equitativamente, si no se logra llegar a ese punto, una se comerá a la otra.

En el fondo cada uno sabe donde le aprieta el zapato, por ello cada uno sabe cuál es el medio de producción más adecuado para el desarrollo del propio trabajo. Independiente del modelo a escoger hay algo que se debe tener claro, el medio, el entorno, el periodo de tiempo en el que nos ubicamos, la tecnología reinante, el estado de ánimo, todo influye en el proceso productivo. Yo no seré abogado del diablo, ni menos defensor de un proceso productivo, producir sin negación creo que es aun más viable, la iluminación de vez en cuando llega, la experimentación debe existir sin duda alguna, el desarrollo sustentable entre la práctica y lo teórico debe existir. La producción artística, se debe en su totalidad al ensayo y error, a las influencias, a las contradicciones, referencias, vínculos, educación y en su totalidad al entorno, si se ve desde esta manera la producción debería estar bajo el alero de un pragmatismo inherente, una praxis total, un proceso en pos de un progreso propio.